El Jefe de Gobierno de la Ciudad anunció un esfuerzo fiscal para reducir el impacto de los tarifazos. ¿Cuál fue la política tarifaria que heredó?                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 Por Martín Bustamante

Horacio Rodríguez Larreta anunció que la ciudad de Buenos Aires acompañará el pedido que el presidente Mauricio Macri realizó a todos los gobernadores del país para que reduzcan o eliminen los impuestos provinciales en los servicios públicos.

El funcionario porteño informó que llevarán “a cero los Ingresos Brutos en el caso del gas y del agua”. Esta decisión tendrá un costo fiscal “de hasta 1.500 millones de pesos”, lo que tendrá como consecuencia la “postergación de alguna obra”. El proyecto se deberá discutir en la Legislatura porteña.

El larretismo y el macrismo hacen responsables al gobierno anterior del desabastecimiento energético “porque nos hicieron creer que la energía era gratis”. Es cierto que el modelo de subsidios resultó atractivo para la población porque permitía tarifas bajas y generó enorme transferencias para las empresas privatizadas que saqueaban los recursos naturales del país.

El modelo que presenta hoy el oficialismo, mantiene lo anterior (millones de pesos para la empresas privatizadas y desabastecimiento energético) e incorpora un ajuste considerable con los aumentos tarifarios. O sea, que el resultado es mucho peor para la población.

Si revisemos la herencia del Pro en materia de servicios públicos e impuestos durante el  mandato como Jefe de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de Mauricio Macri, se podrá comprobar que el tema tarifazo es una repetición.

Durante el segundo mandato de Macri en 2012, cuando la Ciudad recibió la operación del subte, el pasaje costaba $1.10,  y se fue a $2.50, (aumentó un 309%). En 2013 se fue a $3.50 y en 2014 a $4.50. Precio que se mantuvo durante todo el año 2015 en el marco de la campaña electoral y asunción de Rodríguez Larreta en diciembre de ese año.

Si analizamos los impuestos de Alumbrado, Barrido y Limpieza durante ese período, encontramos porcentajes aún más abultados, con un 700 % de aumento durante el período que gobernó el actual Presidente de la Nación.

Con el anuncio del pedido a las provincias de contribuir a la baja de impuestos en los servicios para que las tarifas impacten menos en la gente, se mueve el eje principal, que es el aumento desmedido de las tarifas, aumento imposible para que la población pueda pagarlo. En el precio final de cada servicio la rebaja por la quita de impuestos es menor del 10% del total a pagar, cifra poco significativa si el precio promedio de una casa familiar es de unos dos mil pesos.

Otra medida anunciada como una contribución para que la población sufra menos el impacto de los aumentos tarifarios, es la distribución gratuita por parte del gobierno de “cinco millones de bombitas LED” para que los ciudadanos ahorren energía: “Una familia que cambie todas las bombitas puede ahorrar hasta un 15% de su factura”, aseguró el Jefe de Gobierno y agregó que “el costo de comprar y distribuir las bombitas será de “entre 300 y 500 millones de pesos”.

La medida resulta sugestiva cuando nos enteramos que el proveedor de las bombitas y nuevo “cliente” que se suma al negociado de importación de LED provenientes de China es Alejandro Jaime Braun Peña, el primo de Marco Peña, Jefe de Gabinete macrista.

Podemos verificar que los temas vinculados a los servicios públicos vuelven a ser los mismos. Con los servicios públicos esenciales no se debería lucrar.

La reestatización de los servicios y el transporte no es una medida delirante ni utópica si se observa lo que ocurrió en la Ciudad de Buenos Aires hasta mediados de la década del ‘90. Es necesario reconstruir el sentido común de esos años para empezar a solucionar los problemas de forma definitiva.

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