La Policía de la Ciudad allanó una farmacia donde se producían y vendían drogas prohibidas. Se secuestraron 300 mil pastillas y 50 litros de líquidos aplicables. Habitualmente concurrían deportistas y fisicoculturistas para inyectarse las sustancias. Fue en la zona de Facultad de Medicina.

A raíz de una serie de denuncias de distintos usuarios sobre irregularidades encontradas en suplementos dietarios, personal de la División Delitos Contra la Salud y la Seguridad Personal de la Policía de la Ciudad, realizó varias investigaciones que permitieron ubicar el lugar donde se fabricaban y comercializaban diversos anabólicos y sustancias ilegales. Para sorpresa del personal policial, se trataba de una farmacia ubicada sobre Callao a metros de la Facultad de Medicina donde además de funcionar como laboratorio, fábrica y búnker de almacenamiento, se inyectaban las sustancias prohibidas a fisicoculturistas y deportistas sobre una pequeña camilla ubicada en un cuarto dispuesto para tal fin.

Ante las pruebas recabadas por la división de la fuerza policial porteña, la U.F.E.M.A. (Unidad Especializada en Materia Ambiental) a cargo del Dr. Matias Blas Michenzi, ordenó el allanamiento del comercio.

El procedimiento fue llevado a cabo por personal de brigada y permitió descubrir el funcionamiento de un depósito clandestino, ubicado  en un patio techado en muy malas condiciones ambientales incluyendo abundante humedad. En su interior se encontraron numerosos canastos con frascos transparentes los cuales contenían 300 mil pastillas de anabólicos y 50 litros de líquidos inyectables.

Los oficiales de la Policía de la Ciudad pudieron constatar que en el interior del local, se comercializaban diferentes clases de anabólicos prohibidos para el consumo humano, muchos de los cuales eran vendidos sin receta médica y aplicados con jeringas a ocasionales deportistas y fisicoculturistas, los cuales eran sometidos a la aplicación sobre una camilla dentro de un pequeño cuarto preparado especialmente para tal fin.

En el operativo, estuvo presente personal de la A.N.M.A.T. (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica), que verificó y certificó que los productos estaban prohibidos y no eran aptos para el consumo humano, por lo que dispusieron la destrucción de los mismos. Además participaron agentes de la D.G.F.y C.(Dirección General de Fiscalización y Control) y de Sanidad de Frontera del Ministerio de Salud.

Por orden del juzgado interventor, la farmacia fue clausurada por personal de la Agencia Gubernamental de Control, mientras que su responsable, un hombre de 48 años, fue detenido y trasladado a la comisaría.

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