El mítico estadio Luna Park ubicado en bajo porteño es administrado por el Arzobispado de la Ciudad, que recibió una oferta de un grupo empresario para desarrollar un emprendimiento inmobiliario.
“No se vende”. Simple y categórica respuesta sobre un fantasma que reposó en las últimas horas sobre uno de los míticos emblemas de la Ciudad de Buenos Aires: el Estadio Luna Park.
En el medio de movidas y operaciones inmobiliarias dignas de un juego de ajedrez, un grupo empresario europeo, del cual no trascendió el nombre, dejó al descubierto la versión sobre un real y concreto interés de compra del estadio. Incluso le pusieron un número a la transacción: 45 millones de dólares. Esta versión generó una ola de tensión en la Iglesia y en el seno del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Desde el 2013, el Luna, sinónimo inobjetable de la vida cultural y deportiva de la historia porteña quedó en manos de la Iglesia Católica, producto de una decisión de quien fuese en vida dueña mayoritaria de la sociedad propietaria del estadio.
Ernestina de Lectoure falleció a los 95 años en febrero de 2013 pero antes de partir dejó constancia escrita y legal de su deseo: ceder en partes iguales a Cáritasy a la Iglesia la operación comercial del estadio, que quedó bajo administración del Arzobispado de la Ciudad de Buenos Aires.
El Luna Park fue declarado monumento histórico nacional en 2007 y eso hace de la venta algo aún más difícil, evitando que se ejecute como algo antojadizo. Cualquier decisión sobre el destino del Estadio debe ser autorizado por la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación e incluso se le debe dar curso en la Legislatura porteña.
La información, publicada el fin de semana por el diario Perfil, daba cuenta de la intención de este grupo empresario europeo, sin presencia en la Argentina, de construir sobre el terreno de la calle Bouchard un edificio de oficinas 20 pisos de altura que permita sumarse al corredor inmobiliario que generará la construcción sobre la última parte del Barrio de Puerto Maderoen nuestra Comuna 1.
Si la venta se concretara, los nuevos dueños deberían mantener la fachada y la famosa zona del “ring side”; el actual Luna Park se transformaría en una cáscara recordatoria.
En el Arzobispado de Buenos Aires explicaron que “siempre hay interés por los terrenos del Estadio” y que la intención de compra es algo común.
“Todo el tiempo se acercan propuestas y ofertas, sólo que algunas trascienden y otras no. La venta del Luna no está en los planes. Es imposible que la Iglesia ceda su potestad sobre el estadio en algún momento”, sostuvo una importante fuente eclesiástica.
La abogada Silvina Rebechi, integrante del área legal del Arzobispado de Buenos Aires, negó rotundamente la operación. “Es una noticia falsa, no existe posibilidad de venta porque el edificio no está a la venta”, aseguró a la revista Apertura.
La noticia puso en alerta al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El Jefe de Gobierno,Horacio Rodríguez Larreta envió a emisarios oficiales a que comuniquen con las autoridades del Arzobispado para aclarar las intenciones sobre la operación. El propio Cardenal Mario Aurelio Poli se encargó de solicitar que se aclare que la venta del Luna “no es posible”.
Desde la Arquidiócesis se deslizó que la oferta existió y que hubo reuniones con los representantes de los interesados en comprar, pero que fueron en carácter “informal” y sólo como un gesto de “respeto”, como se hace con todas las propuestas.
A todo este entuerto se le suma un detalle no menor, trascendió que el propio Santo Padre, al enterarse de las versiones, le ordenó a la conducción porteña “la prohibición de cualquier tipo de negociación”.
El no rotundo de Francisco tiene dos motivos. Uno social: cómo explica la Iglesia recibir millones de dólares de la especulación inmobiliaria y otro más delicado que es la relación que Francisco tenía con Ernestina de Lectoure.
El ruido de venta del estadio, movilizó a un grupo de vecinos a la creación de una cadena en Change.org bajo el lema “Salvemos al Luna”. En apenas unos días ya lleva más de dos mil firmas.