10/9/2018
El mitico restaurante Clo Clo, un tradicional de la gastronomía porteña, cerró sus puertas debido a la gran inflación y la suba de las tarifas que forjaron ilógica la situación.
Después de 30 años, el local está desocupado, nada queda de sus mesas y sillas para más de 300 comensales. En la puerta primordial, está la correspondencia abandonada hace un mes.
Fue uno de los más grandiosos restaurantes que permanecía en pie, situado en un dominio de siete hectáreas que refería hasta con una huerta propia con plantas aromáticas, flores y especias que se manipulaban en cada uno de los platos. En 2015, recibió varios premios internacionales como el International Hotel & Restaurante Quality Award concedido por el Global Trade Leaders Club en Madrid y el Entrepreneurial Co. & World Business Leader Award, galardón de World Confederation of Business en Houston.
Fue encuentro obligado de muchos renombres, como Luis Miguel o Los Reyes de España.
En el último tiempo, la totalidad de su personal fue desligado, luego de pasar varios meses en los que recaudaban sus sueldos con retrasos, como cuentan los propios mozos que más años transitaron en Clo Clo.
Por el momento, mientras nadie avise que reabre, se adiciona al listado de íconos como Hermann, Arturito y Lola, que no lograron afrontar la caída de consumo.
Con la crisis hay más cierres de locales gastronómicos y no se registran aperturas de nuevos comercios.
Los datos de la Asociación de Hoteles, Restaurantes y Confiterías y Cafés (AHRCC), afirman que en medio de la crisis financiera que atraviesa el país, la gente cada vez sale menos a comer fuera.
MESAS VACIAS
Los gastronómicos se exhiben en estado de emergencia por el desplome de su rentabilidad y por la merma de fuentes de trabajo. Los aumentos seguidos de las tarifas de gas y electricidad trascienden, para muchos comerciantes, imposibles de pagar cuando cada vez tienen más mesas vacías. Por otra parte, la carga impositiva es otro de los puntos que reclaman sean revisados.
“De lo que recaudamos, el 40% se va en Ingresos Brutos, IVA, aportes jubilatorios y cargas sociales. Somos una de las actividades que más trabajo intensivo genera, y sin embargo no recibimos ninguna mano estatal”, explica Camilo Suárez, titular de la AHRCC
Un restaurante chico de unas 25 mesas (alrededor de 100 cubiertos) paga por mes $ 35 mil de luz y alrededor de $ 20 mil de gas a lo que hay que sumarle $ 15 mil de agua. Y en el caso de un restaurante más grande (250 cubiertos) las tarifas se van a $ 50 mil de luz, $ 45 mil de y $ 20 mil de agua.
Los empresarios aseguran que vienen solicitando, que les permitan imputar aportes jubilatorios a cuenta del IVA. “Pero lo más urgente son las tarifas: hemos pedido muchas veces que se congelen, porque son exorbitantes, y ya anunciaron nuevos aumentos”, enfatizó Suárez, quien también aseguró, que los Gobierno de la ciudad y nacional conocen perfectamente cuál es la situación del sector y cuáles son las medidas que estamos pidiendo”. “Siempre estamos reclamando, siempre estamos pidiendo, pero hasta ahora no hemos tenido ningún resultado”.