18/7/2017 Un ícono histórico y cultural de la Ciudad, la Pirámide de Mayo, está siendo restaurada y volverá a tener en su entorno cuatro estatuas que formaron parte del monumento hasta 1912 y que desde hacía años se encontraban emplazadas en la Plazoleta San Francisco, ubicada en Defensa y Alsina.
Se volverán a emplazar en su entorno cuatro esculturas, como estaban originalmente hace 105 años.
La limpieza y restauración de las esculturas de mármol la realiza un equipo interdisciplinario que trabaja en el obrador instalado en Plaza de Mayo.
Como parte de estos trabajos, se descubrió la parte superior de la Pirámide, sobre la que continúa su restauración integral.
La obra contempla volver a instalar las cuatro esculturas en su entorno tal como existió en su emplazamiento original. Se trata de La Navegación, La Industria, La Geografía y La Astronomía, que serán restituidas al monumento después de 105 años.
Los restauradores buscan recuperar la esencia de la primera Pirámide, con sus colores y mampostería. Los trabajos incluyen la eliminación de vegetación invasiva en torno a la Pirámide de Mayo, la reparación del solado de la Plazoleta San Francisco y la intervención y recuperación de las placas de bronce conmemorativas.
La obra está declarada Monumento Histórico Nacional.
La Pirámide de Mayo es el primer monumento nacional y fue construido en 1811 para conmemorar el primer aniversario de la Revolución de Mayo y rendir homenaje a los primeros héroes de la Patria. Habiendo atravesado por sucesivas intervenciones y modificaciones -incluyendo su traslado – es una de las pocas construcciones de comienzos del siglo XIX que perdura en Buenos Aires. Es uno de los puntos de encuentro más emblemático de la Argentina y la plaza más antigua e importante de la Ciudad.
Se instalarán cuatro esculturas en su entorno tal como existió en su emplazamiento original.
Detalle de los trabajos
Como en toda restauración, para abordar la recuperación de la Pirámide de Mayo se conformó un equipo multidisciplinario, integrado por dos planteles específicos, uno para la Pirámide y otro para las esculturas, coordinados por la restauradora Marta Zaffora y el arquitecto Miguel Crespo, respectivamente.
Las cuatro esculturas talladas en mármol blanco fueron trasladadas a la Plaza y están siendo restauradas como paso previo a su recolocación en el basamento de la Pirámide. Las obras presentan una serie de deterioros producto del vandalismo al que se vieron sometidas en su emplazamiento de Plazoleta San Francisco, presentado faltantes de algunas partes (dedos, narices, etc.), manchas de pintura sintética, leyendas escritas con marcador e incisiones.
Si bien la Pirámide pasó anteriormente por procesos de restauración, se encontraba muy desmejorada. En parte por la degradación de los materiales y en parte por el tipo de trabajos realizados y los materiales empleados, que contribuyeron al desgaste de la mampostería original.
El repintado fue siempre el recurso empleado en el basamento, en forma permanente, para tapar pintadas políticas o grafitis.
Además, la sucesión de revoques de cemento, enduidos y pintura aplicados unos sobre otros había alcanzado espesores de hasta 10 centímetros en las partes planas. La acumulación de capas de pintura en los relieves los había llevado a un grado de alteración por el que casi no se los reconocía como tales.
La Escuela Taller presente en la restauración
Por otra parte, en el proceso de restauración de la Pirámide de Mayo también participa la Escuela Taller del Casco Histórico, dependiente de la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Lo hace a través de los equipos de trabajo de las obras que están bajo la coordinación de Marta Zaffora, excelente discípula de la mencionada Escuela. La participación involucró a algunos ex alumnos de la Escuela y a los maestros de Yesería, Casimiro Sejas, y de Ornamentación, Alberto González.
Las tareas están referidas a la realización de una copia de la cabeza que representa a la República de la Pirámide.