En las mesas del Comet, en la esquina de Belgrano y Paseo Colón, figuras como Elizabeth Vernaci, Mario Pergolini, Lalo Mir y otros de los grandes de la FM fundada por Daniel Grinbank se reunían antes o después de sus programas. Alrededor de ellos se tejían historias, algunas más verídicas que otras, relacionadas con los organismos estatales cercanos al bar.

En Buenos Aires, existió una tipología de cafetín que, en las décadas de los ‘60 y ‘70, sustituyó las tradicionales aberturas de madera o hierro por una más moderna carpintería de aluminio. En la City financiera porteña, estos establecimientos se expandieron con gran éxito. Aparte del aluminio, las vidrieras de los cafés y bares se cubrían con adhesivos de compañías de tickets de comida. Esta modalidad de consumo fue el recurso que las empresas hallaron para enfrentar las altas tasas de inflación de los años 80, permitiendo aumentar los sueldos sin que ello se tradujera en mayores aportes patronales. Así, al momento de almorzar, los empleados salían con sus billeteras llenas de papeles de colores para canjear por comida.

La gastronomía creció como negocio y los bares proliferaron, a menudo numerados con números romanos. Algunos de los más conocidos fueron el Rialto, Re dei vini y Villadiz. El Villadiz III es un caso notable de resiliencia y sigue funcionando en Maipú 679. Más alejados del Centro, aún sobreviven auténticas joyas de este estilo, como el Histórico Bar en Diagonal Julio Argentino Roca 620 y el San Martín en Paraguay y Azcuénaga.

Este pasaje describe la historia de ciertos bares de Buenos Aires que fueron clave en una época de cambios sociales y económicos, reflejando también la relación entre la cultura popular, la política y la economía de esos tiempos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *