El pasajero es uno de los estrenos internacionales de este jueves. Dirigido por Jaume Collet-Serra y protagonizado por Liam Nesson, el film está destinado a los amantes del cine de acción y también a los fanáticos de Liam, que a esta altura son unos cuantos y con fundadas razones. Vale decir que después de piezas como La Lista de Schindler, Tercera Persona o Una noche para sobrevivir, el irlandés se lo tiene bien merecido.
El pasajero es un nuevo fil de Liam Nesson. Aunque casi todo el argumento es previsible (al menos en la primera parte) y la acción física por momentos desborda y resulta exacerbada, el ritmo narrativo se sostiene con bastante solidez a pesar de la lluvia de tiros y patrulleros que sobreviene hacia el final. Además, el hecho de que todo ocurra en un tren suburbano de los Estados Unidos genera una intensidad peculiar en esos personajes atrapados dentro del transporte público que, si tuviese su versión argentina, bien podría ser rodada en el Sarmiento.
Viajar en subte, tren o colectivo diariamente constituye un acto público e íntimo a la vez: el amontonamiento de tantas personas en espacios tan reducidos supone una severa invasión a la privacidad, pero, al mismo tiempo, el hecho de estar rodeados de seres completamente extraños puede obligar al pasajero a una maniobra de profunda introspección. Este no es el caso de Michael (Liam Nesson), un ex policía devenido empleado en una aseguradora que viaja todos los días a la misma hora, con los mismos pasajeros y en el mismo tren. Rutina exasperante si las hay.
…una extraña dama (Vera Farmiga) se acomoda en el asiento opuesto y le saca conversación a partir de su lectura de clásicos universales. Michael se hace el interesante y le señala su anillo, pero lo que esta mujer busca está muy lejos de ser un amorío: ella le propone lo que comienza como un juego inocente y termina desembocando en un verdadero entramado policial.
Michael acaba de ser despedido y enfrenta dos grandes desafíos: pagar la matrícula universitaria de su hijo y comunicárselo a su esposa. Tras la noticia él sale de la empresa taciturno, toma un par de tragos con su amigo policía (Patrick Wilson) y planea pensar cómo se lo dirá a su mujer durante el trayecto en tren de regreso a casa. Pero una extraña dama (Vera Farmiga) se acomoda en el asiento opuesto y le saca conversación a partir del libro que tiene entre sus manos. Michael se hace el interesante y señala su anillo, pero lo que esta mujer busca está muy lejos de ser un amorío: su propuesta comienza como un juego inocente y desemboca en un verdadero entramado policial.
El protagonista deberá encontrar a un pasajero que no encaja con el resto y depositar un localizador entre sus pertenencias: primero por un tentador monto de dinero; luego, para proteger a su familia. Evidentemente el apremio económico lo obligará a poner sobre la balanza las ventajas/desventajas de la propuesta, pero aceptar el dinero supondrá también un lazo inquebrantable con personas tan astutas como peligrosas, y pronto se verá enredado en un complejo caso de protección de testigos, donde reaparecerá su amigo uniformado.
Giros esperables. Argumento previsible. Escenas físicas poco creíbles. Buen ritmo de acción (Serra y Nesson ya conocen el terreno). Chistes clasemedieros aplicados en dosis efectivas y en el momento justo para los más flojos de carcajada. Excelente banda sonora de Roque Baños. Buena construcción en los perfiles de los personajes, aunque no logra escapar del todo de ciertos estereotipos: el policía bueno/malo, el músico negro de Harlem, la niña inocente, la mujer astuta, el anciano amigable, la trabajadora inmigrante, el muchachote con pinta de mafioso y, finalmente, el gran héroe solitario de la clase media más moralista (y, al fin de cuentas, policía) que logra todo por sí mismo, sin ayuda y cueste lo que cueste.