Desde al menos cuatro años atrás, las empresas que operan los trenes del Área Metropolitana de Buenos Aires realizan fumigaciones en los alrededores de las vías, con el objetivo de desmalezar la zona y prevenir plagas. La sustancia utilizada es un polémico agroquímico con principio activo basado en el glifosato. Funciona como herbicida en la producción agrícola: con él se eliminan todas las malezas comunes y se permite el avance de la soja transgénica. Precisamente, sólo las semillas genéticamente modificadas (como la soja, el maíz y algunas variedades de girasoles) pueden resistirlo.
En la actualidad, este agroquímico es objeto de fuertes cuestionamientos por parte de una amplia red de científicos, médicos y organizaciones ambientalistas, que en diferentes informes describieron las nocivas consecuencias que su uso indiscriminado está produciendo, tanto en el ambiente como en la salud humana. Hablan de pérdida de biodiversidad y deterioro de suelos. También de enfermedades como cáncer, malformaciones y abortos espontáneos.
En un pueblo sojero de Córdoba, por ejemplo, los habitantes sufrían las fumigaciones sobre los techos de sus casas o frente a las escuelas, y se registraron 500 enfermos, de los cuales 200 tenían cáncer, en una población que no supera los 5000 habitantes. A partir de ese momento, un fallo judicial prohibió la aplicación de agroquímicos en toda la zona urbana. Situaciones similares se dieron en otros lugares del interior del país, como en la ciudad de San Jorge, en Santa Fe, o en La Leonesa, provincia de El Chaco (ver recuadro).
Lo mismo sucedió en ciudades del interior de la provincia de Buenos Aires, donde casi todos los municipios tienen ordenanzas que prohíben la utilización de agroquímicos a determinadas distancias de la población. Y en partidos como Vicente López, Lanús, Marcos Paz, Avellaneda o Lomas de Zamora, las fumigaciones que se realizaban en los alrededores de las vías del tren también fueron frenadas gracias a ordenanzas municipales.
“En base a estas medidas, no caben dudas de que el glifosato debe estar bien lejos de la población. Lo importante es que el debate está cada vez más presente”, expresó Federico Aliaga, integrante de la campaña “Paren de Fumigar” del Grupo de Reflexión Rural.
Sin embargo, estas mismas fumigaciones hoy se realizan en el centro urbano más importante de la Argentina: la Ciudad de Buenos Aires, que cuenta con más de 3 millones de habitantes, unos 15 mil por kilómetro cuadrado, y algunas zonas del Conurbano. Mientras las distancias mínimas para la aplicación de agroquímicos –que constan en incontables leyes provinciales, ordenanzas y medidas cautelares– son de 500 metros, en la Capital Federal eso no se cumple: se fumiga a sólo pasos de viviendas, comercios y plazas.
Las denuncias hacen foco principalmente sobre la empresa TBA (Trenes de Buenos Aires), actual concesionaria del servicio ferroviario de las líneas Mitre y Sarmiento. Los vecinos demostraron, a través de videos y fotografías, que el glifosato se aplica aun cuando circulan por las vías adultos y niños. Y no descartan que otras empresas, como UGOFE (Unión de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia) y Ferrovías, estén desarrollando la misma actividad, ya que también lo hacían en la provincia, antes de que fuera prohibido.
“Sería absurdo poner sólo límites de distancia para las fumigaciones en la ciudad, porque vivimos en un lugar que es exclusivamente urbano. Directamente, hay que prohibir esta actividad en todo el ámbito porteño”, argumentó en diálogo con Tiempo Argentino el legislador Adrián Camps, de Proyecto Sur, quien hace un mes presentó un proyecto de ley con el objetivo de impedir “la aplicación de agroquímicos para el control biológico de pastizales y malezas en todos los predios ubicados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pertenezcan estos al Estado Nacional o a la Ciudad”.
El proyecto contó con el asesoramiento de una amplia gama de ambientalistas, médicos y científicos encuadrados en la campaña “Paren de Fumigar”. Entre ellos, el doctor Jorge Kaczewer, que –consultado por este diario– señaló: “Los agroquímicos afectan a los genes, pueden ser cancerígenos y dar problemas reproductivos. También producen patologías neurológicas. Esto está constatado científicamente y se ve en las poblaciones rurales. Es gravísimo que se utilicen en la Ciudad, donde no existen zonas despobladas.”
La iniciativa se está tratando actualmente en la Comisión de Salud de la Legislatura porteña. Pero el proyecto no cuenta con el apoyo esperado: el macrismo, que tiene la mayoría en el Parlamento porteño, no acompañaría la iniciativa, por lo menos así como está planteada.
La diputada del PRO Carmen Polledo, integrante de la Comisión de Salud, señaló: “Nosotros creemos que habría que hacer un listado de los agroquímicos que se quieren prohibir y analizar con seriedad el tema de la jurisdicción, ya que el espacio ferroviario pertenece al ámbito nacional. Con algunas modificaciones, creo que podríamos ponernos de acuerdo.”
Según el diputado Camps, hacer un listado de los agroquímicos que se pretenden prohibir “sería ridículo, porque ya existen alternativas al glifosato. Supongamos que sólo prohibimos el glifosato: al poco tiempo, las empresas ferroviarias van a usar otra sustancia que sea igual de contaminante. El problema seguiría existiendo”, remarcó.
–¿Y por qué las ferroviarias usan este agroquímico?
–Porque les resulta más económico. Pero se podría hacer como antes: cortar la maleza manualmente, lo que generaría empleo y sería ambientalmente sustentable.
–Ellos dicen que son productos autorizados por el SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria), por eso los utilizan.
–El SENASA se ocupa de animales, no de los seres humanos. Si las empresas ferroviarias quieren utilizar agrotóxicos, que consigan un certificado invirtiendo la carga de la prueba, es decir, que demuestren que los agrotóxicos que utilizan no son dañinos para la salud ni para el ambiente.
–¿Y que responsabilidad le cabe al Gobierno de la Ciudad en este problema?
–El PRO, hasta ahora, no está dispuesto a prohibir este tipo de fumigaciones. No se están haciendo cargo del problema.
El ítem 10.5 del contrato que TBA firmó con el Estado es concreto: “No se admitirán las actividades que deterioren el ambiente de las estaciones por la producción de humos, olores, calor excesivo, suciedad, residuos o exceso de ruidos. Las actividades que se implanten deberán contribuir positivamente a crear en la propia estación y su entorno un ámbito agradable, por lo que deberán evitarse las actividades que por su naturaleza generen situaciones de incomodidad o de inseguridad”, subraya el documento.
El gerente de Relaciones Institucionales de la empresa ferroviaria, Gustavo Gago, respondió a los vecinos, a través de un comunicado, señalando que el producto utilizado es en base a glifosato y pertenece a la multinacional Monsanto.
“Este producto no está considerado como agente carcinogénico ni mutagénico y se utiliza en prácticamente todos los cultivos”, explicó, dando los mismos argumentos que los grandes pooles de siembra y la propia Monsanto.
El caso de la línea Mitre, en el ramal que va desde la estación Retiro hasta la de Bartolomé Mitre, es curioso: en las secciones que corresponden a la provincia de Buenos Aires, TBA no está aplicando glifosato, producto de la ordenanza que lo prohíbe. Pero sí lo está haciendo en el tramo entre General Paz y Retiro, afectando a vecinos de barrios como Saavedra, Coghlan, Belgrano, Colegiales y Palermo.
“Es ridículo. Es como si en la ciudad fuésemos inmunes al glifosato, mientras en la provincia está prohibido. Lo que hace TBA es de mala fe”, se quejó Ricardo, un vecino que participa de La Huerta de Saavedra y que no quiso revelar su apellido por temor a las “habituales patoteadas y amenazas que sufrimos”. Consultado sobre las responsabilidades públicas dijo: “Todo gobierno tiene el compromiso de proteger el ambiente y la salud pública. Es llamativo que un gobierno tan interesado en la seguridad de los ciudadanos como el de Mauricio Macri no se esté ocupando de este tema.”
Sandra Galeano, vecina de Belgrano, se vio directamente afectada tras una fumigación que se realizó en la estación del barrio.
“La última vez estuve con dolor de garganta durante dos semanas. Se siente un olor muy fuerte, el pasto se pone amarillo y los pájaros van muriendo”, puntualizó.
Los vecinos cercanos a otras estaciones también acusaron molestias en ojos, nariz, dolor de cabeza e irritación en la piel.
Las últimas fumigaciones fueron registradas fotográficamente y se realizaron el 20 de agosto en los alrededores de las vías del tren Mitre, sobre la calle Plaza, entre Congreso y General Paz; y en el puente Superí, cerca de las vías de Belgrano “R” y la estación Coghlan.
También el 7 de septiembre, una cuadrilla de cuatro fumigadores de la empresa Express Wash (que TBA terceriza y tiene por objeto “desmalezado y limpieza en general y afines en la vía pública”, según lo publicado por el Boletín Oficial), junto a personal de la empresa ferroviaria, fueron detectados aplicando glifosato nuevamente, aunque estos últimos no contaban con la protección necesaria para la actividad.
De acuerdo al relato de los vecinos, el operativo se concretó en un par de horas, e incluyó las vías y aledaños (hasta la vereda), otra vez desde Congreso hasta General Paz. Lo hicieron mientras la gente cruzaba las vías y junto a las viviendas. Hasta el momento, ni la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT), ni el gobierno porteño, ni el nacional dan respuesta a los vecinos.