Hoy, después de un año de la última movilización realizada bajo la consigna #NiUnaMenos en contra de la violencia machista y heterosexista, una multitud de personas vuelve a reunirse en distintos puntos del país para visibilizar lo que se esconde detrás del conocido hashtag: un pedido angustioso de acción ante las situaciones de violencia de género que se han multiplicado de modo alarmante en el país. En Argentina, cada 30 horas asesinan a una mujer solo por ser mujer.
Al igual que el año pasado, la segunda convocatoria nacional del colectivo ‘Ni Una Menos’ se realizará, en el caso de la Capital Federal, en la Plaza de los Dos Congresos a las 17 horas. En este marco cabe preguntarse: ¿Qué ha cambiado desde la última movilización? ¿Por qué motivos marchamos hoy? ¿Por qué es importante que todxs, dejando atrás las nominaciones de la teoría binaria del género, caminemos de la mano y unamos nuestros gritos para que finalmente se escuche que “Vivas nos queremos”?
En los últimos meses, el gobierno de Cambiemos llevó a cabo una serie de medidas de achicamiento del Estado entre las que se encuentra el desmantelamiento del Programa de Salud Sexual y Reproductiva. Hasta la actualidad, el gobierno aún no ha lanzado un plan integral de apoyo y acompañamiento que garantice a las víctimas de la violencia de género un acceso legítimo a los derechos fundamentales de justicia y seguridad. En los últimos meses, se dieron a conocer también una serie de casos de mujeres que fueron víctimas de violencia física y simbólica por parte de cantantes de rock y se realizaron sucesivas movilizaciones bajo la consigna “Basta de abusadores y violadores en el rock”. Sin ir más lejos, en la última semana se registraron tres casos de femicidio realizados a tres menores de edad: Milagros, de Tucumán; Micaela, de Bahía Blanca; Guadalupe, de Rosario. Las tres tenían 12 años.
¿Qué es lo que se logró, entonces, desde la última movilización hasta hoy?
#NiUnaMenos permitió abrir una bisagra. Permitió debatir, por primera vez y de manera cómplice, multitudinaria y conjunta, el discurso dominante del patriarcado. Y en el mejor de los casos, también permitió preguntarse por los sentidos heterosexistas más arraigados en los sentidos comunes. #NiUnaMenos fue el primer paso de miles de personas que quisieron correrse a un lado de esos sentidos comunes. Fue, por vez primera en la historia argentina, una convocatoria masiva que tuvo a la mujer como centro de la escena, protagonista de la plaza pública. #NiUnaMenos fue la prueba y la visibilización de una realidad que, por obvia, tendió a pasarse por alto a lo largo de la historia: el hecho de que todas las mujeres, en algún momento de su vida, se sintieron violentadas, física o simbólicamente, por las opresiones de una cultura machista, cultura de la violación, cultura de la dominación patriarcal. Los femicidios acontecidos en la última semana son la prueba en carne de que la lucha recién comienza y que, ahí donde quieran silenciarnos, se gritará con más rabia y con más fuerza.
¿Por qué marchamos hoy, entonces?
Hoy marchamos porque el camino a recorrer es largo. Porque se ha plantado una semilla que creció en la garganta de miles de argentinxs en forma de una duda que estrangula y quiere salir a gritos. Una semilla que proliferó como pregunta y que hoy busca respuestas. Marchamos, entonces, porque lo biográfico se volvió político. Marchamos porque el aborto sigue siendo ilegal. Marchamos porque se multiplicaron los femicidios y los travesticidios. Marchamos porque el cuerpo de las mujeres sigue siendo manoseado por una cultura de la opresión. Marchamos porque las pibas siguen muriendo. Marchamos porque el chabón que las mató sigue libre. Marchamos por un cambio en las currículas escolares, por una educación sexual integral y por la integración de la diversidad en los programas de estudio. Marchamos por un cambio radical.
Hoy, en este rejunte de cuerpos movilizados por un motivo común, faltan muchos cuerpos que no se deben olvidar. Faltan los nombres de Guadalupe, de Micaela y de Milagros, como falta, también, la compañera Diana Sacayán. Faltan cuerpos, porque muchos de ellos fueron violentados y aunque los cuerpos multitudinarios de hoy buscan reponer su ausencia, aún no se ha encontrado la manera de devolverles la vida.