La tercer etapa de las obras realizadas en Once incluye la reparación del histórico edificio ubicado en la esquina de Corrientes y Pueyrredón.

La Dirección General Técnica Administrativa y Legal del Ministerio de Ambiente y Espacio Público anunció la tercer etapa del “Plan Once”. En esta oportunidad se abordará el “eje fachadas de Av. Corrientes.

Según consta en el Boletín Oficial se llama a Licitación Pública Nº 1524/SIGAF/17 para contratar la obra “PLAN ONCE – ETAPA 3 – EJE AV. CORRIENTES – FACHADAS”, al amparo de lo

establecido en la Ley Nacional de Obras Públicas Nº 13.064 y el Decreto Nº

1254/GCBA/08.

Presupuesto oficial establecido para las obras es de $ 7.642.225 y el plazo de ejecución será de seis meses. El 21 de Diciembre de 2017, a las 12 hs. se realizó la apertura de la licitación y el 14 de diciembre se organizó una visita a la zona.

El edificio de los 70 balcones está ubicado a cinco cuadras de la Plaza Misserere, en la intersección de las avenidas Corrientes y Pueyrredón.

Ubicado en la avenida Corrientes 2805, se trata de uno de los edificios más famosos de la Ciudad y fue diseñado por los arquitectos Jacques Dunant y Gastón Mallet.

Setenta balcones hay en esta casa,

setenta balcones y ninguna flor.

¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa?

¿Odian el perfume, odian el color?

La piedra desnuda de tristeza agobia,

¡Dan una tristeza los negros balcones!

¿No hay en esta casa una niña novia?

¿No hay algún poeta bobo de ilusiones?

¿Ninguno desea ver tras los cristales

una diminuta copia de jardín?

¿En la piedra blanca trepar los rosales,

en los hierros negros abrirse un jazmín?

Si no aman las plantas no amarán el ave,

no sabrán de música, de rimas, de amor.

Nunca se oirá un beso, jamás se oirá un clave…

¡Setenta balcones y ninguna flor!

Casi como una visión de la falta de espacios verde que a traviesa Balvanera, el poeta porteño Baldomero Fernández Moreno nacido en 1886, escribió el soneto “Setenta balcones y ninguna flor” inspirado en este edificio. Esta es su obra más conocida. Solo basta con pararse frente él y observar que el poeta tenía razón. No se observa ninguna flor.

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