Miles de personas marcharon hacia Plaza de Mayo en repudio al fallo de la Corte Suprema de Justicia que beneficia a los condenados por delitos de lesa humanidad. En una jornada histórica, los pañuelos blancos se unieron para defender las políticas de Memoria, Verdad y Justicia. Una vez más, el pueblo sacó el cuerpo a las calles y dejó en claro que la impunidad y el olvido no son una opción. 

El pasado 3 de mayo la Corte Suprema de Justicia,  con Elena Highton de Nolasco, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti a la cabeza, falló en contra de la memoria. Meses de negacionismo que han amparado el genocidio llegaron a su máxima expresión, con una decisión que pareció querer borrar de un golpe la lucha por los derechos humanos y desalentar los juicios por los crímenes de la dictadura cívico-militar. Otorgar el beneficio hubiera puesto en riesgo también a testigos con testimonios fundamentales para lograr una sentencia.

Pero en 41 años se logró construir una huella que los jueces subestimaron, y que visibilizó el repudio popular y la indignación contra la impunidad. La amplia reacción consiguió incluso  que la Cámara de Diputados y Senadores anularan el 2×1 y se revirtiera ese intento de dejar en libertad a los genocidas. Salir a las calles fue fundamental para demostrar la unión de una sociedad que mantiene la memoria como bandera.

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