Octubre es el invierno de los jacarandás, el momento en que se desprenden las hojas de sus ramas y se preparan para albergar las flores azul violáceas que distinguen a la especie. La floración de los jacarandás es un espectáculo natural que sucede cada noviembre, y tanto porteños como ocasionales visitantes la celebran con admiración.
Esta temporada, la floración de los jacarandás fue algo tardía al igual que el año pasado quizá un indicio del cambio climático. La particularidad de este árbol es la floración sin hojas verdes, aunque a veces puede suceder que surjan brotes en simultáneo. Luego de la floración y avanzando hacia la temporada estival sus ramas irregulares y algo tortuosas conviven con hojas y flores, que vuelven sus copas más voluminosas y coloridas.
“Desde la Ciudad hemos definido que el jacarandá sea una de las tres especies prioritarias de este año, tenemos un plan estratégico y proyectamos plantar 100 mil nuevos árboles para el ejercicio 2020/23”, afirmó Facundo Carrillo, secretario Atención y Gestión Ciudadana, a cargo de BA arbolado. “Las especies definidas en el plan de arbolado proveen importantes beneficios ambientales para los vecinos, pero los jacarandás se destacan por las postales bellísimas que generan y que son retratadas cada noviembre cuando florecen”, destacó.