Desde el Ministerio Sustentable profundizamos en las causas, características y medidas para reducir el impacto de las olas de calor y la proliferación del dengue, situaciones vinculadas con la crisis climática que sufre el planeta. Cuando hablamos de cambio climático hacemos referencia a las alteraciones a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos. Desde el siglo XIX, las actividades humanas han acelerado el proceso, debido principalmente a la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas. El incremento en las temperaturas medias globales, la variación en la frecuencia e intensidad de las olas de calor y modificaciones en los regímenes pluviales, son algunos de los efectos contraproducentes del cambio climático. Dentro de esta combinación, se generan condiciones que favorecen la proliferación del mosquito del dengue.

¿A qué llamamos “ola de calor”? El Servicio Meteorológico Nacional define una ola de calor cuando las temperaturas mínimas superan los 22°C y las máximas los 32°C durante al menos 3 días consecutivos. Las altas temperaturas sostenidas durante tiempo prolongado de una ola de calor pueden ocasionar: dolor de cabeza, deshidratación, agotamiento, mareos y náuseas, presión baja y elevada temperatura corporal, siendo las personas mayores el grupo etario de mayor riesgo.

Otro efecto adverso del cambio climático es que se ven favorecidas las condiciones para el desarrollo e incremento en la población de mosquitos. La alteración en los patrones de lluvias y temperatura beneficia el ciclo de vida y la relación directa de los mosquitos con el virus. Los mismos son vectores de enfermedades entre las cuales se puede destacar el dengue. De esta manera, se observa una correlación entre el cambio climático y el aumento en la distribución geográfica de la enfermedad.

El dengue es una enfermedad viral, la cual es transmitida por la picadura de la hembra del mosquito Aedes aegypi (vector). Posee una coloración oscura, con franjas blancas en sus patas y dorsalmente una estructura en forma de lira sobre el tórax. Se caracteriza por ser de hábitos diurnos y pica preferentemente durante las últimas horas del atardecer y las primeras del amanecer.

En la temporada estival 2023-2024 ya se confirmaron los primeros casos de dengue en la Ciudad de Buenos Aires. El fenómeno climático del “Niño” provocó el incremento en la población de mosquitos. El periodo de sequía previo generó una gran acumulación de huevos, que actualmente obtuvieron las condiciones adecuadas para eclosionar de forma sincrónica.

Desde el Ministerio Sustentable te brindamos algunas recomendaciones para afrontar las olas de calor y evitar la propagación del dengue:

  1. Vacía y pon boca abajo recipientes en desuso.
  2. Coloca mosquiteros en las aberturas.
  3. Pasa a tierra las plantas que se encuentren en agua.
  4. Utiliza repelente (protección entre 4 y 6 horas luego de la aplicación).
  5. Si presentas síntomas (fiebre, dolor corporal, dolor articular, sarpullido, cefalea, dolor retroocular) consulta en un centro de salud.
  6. Hidrátate, toma agua con mayor frecuencia.
  7. Evita bebidas con cafeína o con azúcar en exceso, muy frías o muy calientes.
  8. Incorpora frutas y verduras a tu alimentación y evita las comidas abundantes.
  9. Evita realizar actividad física intensa y exponerte al sol en las horas de mayor temperatura.

En resumen, el cambio climático y las olas de calor pueden afectar la epidemiología del dengue al crear condiciones más propicias para la reproducción del mosquito vector y la propagación del virus. La comprensión de estas interconexiones es crucial para desarrollar estrategias efectivas de prevención y control de enfermedades transmitidas por mosquitos.

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